El autismo en el aula

El autismo es uno de los retos más complejos i difíciles de comprender para los docentes

El autismo se conoce como el trastorno del neurodesarrollo que se manifiesta desde la primera infancia, caracterizado por un déficit persistente en las habilidades sociales y comunicativas no atribuible a un retraso del desarrollo y también por patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidos y repetitivos (Instituto de Estudios Catalanes).

Al autismo se le atribuyen las siglas TEA (Trastornos del espectro del autismo), ya que cada persona puede situarse en un punto determinado de un gran espectro, lo que implica que hay tantos casos diferentes y puede manifestarse de maneras tan diversas como personas diagnosticadas. Generalmente, el autismo afecta sobre todo a las habilidades sociales, la comunicación y el lenguaje.

Aunque el TEA es uno de los trastornos más frecuentes de la infancia, es también de los más desconocidos y más difíciles de tratar. Para los docentes, encarar un caso de autismo en el aula puede resultar muy complicado, ya que normalmente no han recibido una preparación específica para ello. Muchos profesionales del mundo de la educación y psicólogos afirman que los docentes deberían recibir unas pautas a seguir en casos de educación especial.

En todo caso, los objetivos a perseguir en los alumnos diagnosticados pasan básicamente para mejorar sus habilidades sociales y comunicativas; y potenciar su autonomía e independencia.

¿Qué métodos, técnicas o trucos podemos utilizar para conseguir estos objetivos? Aquí os recogemos algunos consejos para afrontar el reto que supone el TEA en las aulas:

  • Definir una buena ubicación del alumno en el aula. Los niños autistas deberían situarse cerca de los profesores, pero en ningún caso, aislado del resto del grupo. También, se recomienda su situación lejos de posibles distracciones: puertas, ventanas, armarios, libros..
  • Diseñar una agenda y un horario con las tareas a realizar. La agenda debe contener fotos o dibujos para que el contenido sea visual. Por un lado, establecer una agenda ayudará al niño a anticiparse y comprender la secuencias de acciones para cada tarea. Por otra parte, está demostrado que los alumnos autistas son extremadamente organizados, y no son capaces de dirigir bien los cambios en su planificación.
  • Realizar actividades muy bien organizadas. En la misma línea que el punto anterior, se recomienda optar por actividades que destaquen por la claridad, la sencillez y la repetición de procedimientos.
  • Hacer uso de soportes visuales. Las dificultades de los niños con TEA con la comunicación y el lenguaje hacen que los soportes visuales sean imprescindibles.
  • Establecer un círculo de amigos. Puede ayudar el hecho de crear un grupo de compañeros que interactúen y lo guíen en los entornos más abiertos, cuando no hay adultos, como el patio o el comedor. Al fin y al cabo, lo que hay que conseguir es potenciar la integración del alumno diagnosticado con el resto de compañeros.
  • Evitar elementos de distracción. A menudo, los niños con TEA tienen una hipersensibilidad sensorial que hace que asocien los sonidos con ruidos muy estresantes. Así, hay que tener en cuenta que la música o los listenings pueden resultar molestos para ellos.
  • Fomentar el aprendizaje en entornos naturales. La naturaleza aporta numerosos beneficios, no sólo por los alumnos especiales sino para todos. Para saber más lee nuestra entrada en el blog sobre los beneficios de las salidas en entornos naturales
  • Tener en cuenta los intereses del alumno como punto de partida. Hay que tener claro que, en estos casos, es el docente quien debe adaptarse al alumno y a sus necesidades, y no al revés.
  • Supervisar constantemente. Revisar con frecuencia el trabajo que está realizando para poder hacer correcciones oportunas es muy importante, en esto juega un gran papel la ubicación del alumno en la clase.
  • Realizar las evaluaciones en ambientes tranquilos. Para los alumnos diagnosticados, las evaluaciones son diferentes que para el resto. Hay que evitar la tensión y el estrés del alumno, y en ocasiones se consigue haciendo la prueba en otro ambiente. Además, es conveniente dar más tiempo para la realización de la tarea e incluso dejarle hacer pausas para la relajación.

Por último, no debemos olvidar que la presencia de un niño autista en el aula también puede ser beneficioso para el resto de compañeros y por los educadores, ya que ayuda al enriquecimiento social, personal y emocional de los que lo rodean.

Fuente: Davis NO, Kollins SH (2012); Leitner Y. (2014).



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